Las cefaleas se caracterizan por dolores de cabeza recurrentes, son uno de los trastornos primarios más comunes del sistema nervioso, y pueden resultar incapacitantes a quienes los padecen como en la jaqueca o migraña, la cefalea tensional y la cefalea en brotes. Incluso el excesivo uso de analgésicos es otra causa de estos dolores.
Las cefaleas producen una carga personal de intenso sufrimiento, con deterioro de la calidad de vida. Su frecuencia y el temor constante a la aparición del siguiente episodio, lesionan la vida familiar, las relaciones sociales y el trabajo. La depresión y la ansiedad son más frecuentes en las personas que las padecen, que en las sanas.
Existen barreras que impiden la atención eficaz de las cefaleas, una proporción importante de casos no son siempre diagnosticadas correctamente Muchas personas no consideran a la cefalea como una enfermedad grave, porque no contagian ni son mortales, por lo que hay tasas bajas de consulta médica y se desconocen los tratamientos adecuados. La consulta médica es fundamental para mejorar la calidad de vida.
La OMS reconoce la carga evidente de las cefaleas y participa en la Campaña Mundial contra las Cefaleas. Esta iniciativa, emprendida en 2004, pretende crear conciencia en torno al problema y también mejorar la calidad de la asistencia brindada a las personas que sufren cefaleas y el acceso a ella en todo el mundo.
Las jaquecas o migrañas afectan al 14% de la población. En la mayoría de los casos el dolor, se presenta con latidos/pulsátil y en una mitad de la cabeza. Suelen estar acompañadas por incomodidad ante la luz (fotofobia) y el ruido, náuseas, vómitos, mareos e incluso vértigo. Una de cada cinco migrañas es precedida por distorsiones visuales (aura). Aunque no se conoce del todo el mecanismo que las produce, la hiperexcitación neurovascular que está en la base de las migrañas tiene un gran componente genético.
Aparece a cualquier edad, incluso puede iniciarse en la pubertad pero en general afecta al grupo entre los 35 y los 45 años, más a mujeres (por el componente hormonal) que a hombres y puede disminuir en la menopausia. En más de la mitad de los pacientes, existen antecedentes familiares positivos.
Se puede desencadenar por diferentes factores: causas psicológicas como el estrés o la angustia, la intolerancia a ciertos alimentos, la modificación del modo de vida, los cambios de ritmo (vacaciones o fin de semana), factores climáticos, ruidos u olores. También, ciertos alimentos las pueden desencadenar. Los más comunes son: alimentos procesados, fermentados, adobados o marinados, así como el que contenga glutamato monosódico (GMS), productos de repostería, chocolate, nueces y productos lácteos, frutas (como la palta, las bananas y los cítricos), carnes que contienen nitratos, como el tocino, salchichas, el salami y los embutidos, el queso curado, el pescado ahumado, los hígados de pollo, los higos y ciertas legumbres.
El alcohol, el estrés, los cambios hormonales, saltarse las comidas, dormir mal, ciertos olores o perfumes, los ruidos fuertes o las luces brillantes, el ejercicio y el tabaquismo también pueden desencadenar una migraña.
En ocasiones las migrañas se confunden con otros tipos de cefaleas.
Para el tratamiento de la migraña debe aliviarse el dolor cuando el paciente sufre una crisis; para ello se utilizan medicamentos preventivos, analgésicos y antiinflamatorios. Para ello, la consulta médica es fundamental.
Se recomienda para las personas con crisis frecuentes El registro diario de los dolores de cabeza puede ayudarle a identificar los factores que desencadenan dicho dolor. Cuando le dé un dolor de cabeza, anote lo siguiente: día y la hora en que comenzó, qué comió y bebió en las últimas 24 hs, cuánto durmió, qué estaba haciendo y dónde estaba inmediatamente antes de que comenzara el dolor, cuánto tiempo duró el dolor de cabeza y qué lo alivió.
La revisión del diario con su médico permitirá identificar los desencadenantes o un patrón para sus dolores de cabeza, lo que ayudará a crear un plan de tratamiento, incluso a evitarlos.
Los cambios de estilo de vida que pueden ayudar: evitar factores desencadenantes, dormir y hacer ejercicio de manera regular, disminuir la cantidad de cafeína diaria, aprender y practicar el manejo del estrés. Algunas personas descubren que los ejercicios de relajación y meditación, la acupuntura u otras medicinas naturales les ayudan, igual que dejar de fumar y consumir alcohol. Si bien hay casos en que se trata de un padecimiento crónico, la calidad de vida puede mejorar.
Fuentes: