¿Cómo ayudar a un familiar que incurre en conductas de riesgo para su salud?

"Estimada Doctora

Hace cinco años, mi padre sufrió un infarto que lo tuvo al borde de la muerte. Tenía 48 años en ese momento y a partir de entonces dejó de fumar y comenzó a tomar la medicación indicada por sus médicos. Sin embargo, a pesar de esos esfuerzos, casi no ha cambiado sus hábitos. Sigue comiendo en exceso y manteniendo una vida sedentaria. Se enoja mucho cada vez que se mis hermanos o yo le señalamos que no ingiera un alimento perjudicial para su salud o cuando se le sugiere que realice actividades saludables como caminatas diarias o ejercicios de yoga.

¿Qué puedo hacer para ayudarlo a vivir mejor y que no tenga otro infarto?"

Marisa, de Pilar

Estimada Marisa:

Tu padre es un adulto que está en pleno uso de sus facultades, por lo que cualquier actitud hacia él que implique tratarlo como niño no es beneficiosa. Solo puede erosionar la relación entre ambos.

Con respecto al tratamiento hay que resaltar que tu padre dejó de fumar y adhiere a la medicación prescripta. Eso no es un mero detalle, es algo muy bueno. Eliminó un hábito dañino y difícil de erradicar, que de no hacerlo disminuiría su calidad de vida y su salud al corto plazo.

Por otra parte incorporó la rutina de la medicación, lo cual también es beneficioso. Quiere decir que tu padre es capaz de hacer cambios favorables en su salud.

Con respecto al tema de la comida, por tus comentarios es claro que no está siguiendo una dieta adecuada tanto en la cantidad que ingiere como en la calidad. La relación entre la comida y la salud, que parece tan clara, en realidad no lo es para muchas personas, porque no hay una relación visible al corto plazo, y porque muchas veces las personas creen que su dieta es saludable.

La manera de ayudar en este tema es consultar con un nutricionista, que lo oriente en cuanto a qué comer, cómo y cuánto; que pueda adaptar la dieta a sus gustos y necesidades. Sería bueno que pueda hablar sobre los “permitidos” como parte de la dieta y las ocasiones de ponerlo en práctica.

Al tratarse de un régimen de por vida, no debe verse como restrictivo, porque hace difícil la adhesión al largo plazo. Hay que buscar recetarios con formas novedosas de preparar los alimentos, para ofrecer variaciones.

El menú de la familia se decide cuando se elige qué se compra en el supermercado. Esto quiere decir que la persona que toma estas decisiones, debe ser la que lo acompañe a tu padre al nutricionista.

Preparar dos menúes distintos en la familia es un trabajo extra, que puede hacer necesaria ayuda en la cocina. Esto se traduce en una nueva delimitación de tareas en la familia, el reparto de las mismas, decisiones compartidas y creatividad.

De todas formas, tiene que ser claro tanto para tu padre como para el resto de la familia, que es él quien observa un tratamiento. Nadie puede cuidarse en su lugar, ni obligarlo a cumplir con su adhesión. Es más probable que lo haga si entiende los beneficios que puede traerle, pero lo cierto, aunque resulte difícil de entender, es que las personas toman decisiones sobre sus vidas (cuidarse, no cuidarse y cuánto cuidarse).

Observarlo, medir lo que come, y señalárselo, debe ser una de las cosas más irritantes que puedas hacer. El resultado es el enojo, y hay que evitar que coma a escondidas, porque sería altamente contraproducente.

En relación a los ejercicios, sería bueno que hable con el médico acerca de las mejores opciones para su enfermedad (tipo de ejercicio y la cantidad de tiempo de realización). Si se trata de una persona que nunca hizo ejercicio físico o practicó un deporte, puede resultarle difícil comenzar. Caminar es la forma más sencilla de comenzar una rutina.

Existen grupos de enfermos con la misma patología, puede ser bueno que se acerque a otras personas con su mismo problema y que también tuvieron que modificar drásticamente sus vidas. Para muchas personas es más agradable participar de actividades grupales.

Los cambios a partir del comienzo de su enfermedad obligan a hacer ajustes, pero tu padre debe hacer una vida lo más normal posible, con la mayor independencia posible, y debe tomar decisiones junto con el equipo médico acerca de lo mejor para su vida. Quitarle su rol de autoridad es enfrentarlo a otra pérdida.

Dra. Vera Bail