Uno puede tender a tener pensamientos como los siguientes

 

“No pasa nada, están exagerando, esto no me va afectar”

Estos pensamientos, que pueden calmar a una persona lo llevaran a tomar conductas de riesgo, exponiéndose a sí mismo y otros. La conducta también modula las emociones.

“Es catastrófico, no lo van a poder controlar, estamos totalmente desprotegidos”.

La emoción es la desesperanza y su aparición dificulta que nuestra conducta se mantenga estable, ya que si nada sirve no tiene sentido hacer nada. Es importante identificar esta emoción para comprender que la misma nos hará más difícil generar una nueva rutina y respetar las normas sociales.

“Debo aprovechar esta situación para hacer todo lo que tengo pendiente, debo ganar tiempo”

La emoción suscitada es la ansiedad de que algo se está perdiendo. Es probable que nos lleve a estar hiperactivos, al agotamiento y al sentimiento de fracaso. Establecer metas resulta una buena estrategia en esta situación, pero esencial que éstas sean realistas; ya que imponer metas muy exigentes contribuirá a generar un sentimiento de que uno no rinde lo que debería.

Monitorear constantemente el número de infectados y fallecidos confirmará un sesgo negativo que incrementará nuestro malestar y hará más difícil que podamos mantenernos regulados. La aceptación de esta situación implica tomar estos fenómenos imponderables como parte de la naturaleza y estar más en contacto con el presente sin hacer proyecciones a las posibles consecuencias de esta situación

Fuente: Facultad de Psicología – UBA
https://pavlov.psyciencia.com/2020/03/74f289d2-recomendaciones_psicologicas_uba.pdf