Alimentación en personas Diabéticas

La Diabetes es una enfermedad crónica e irreversible del metabolismo, en la que se produce un exceso de glucosa o azúcar en la sangre y en la orina; es debida a una disminución de la secreción de la hormona insulina o a una deficiencia de su acción.

La persona con diabetes debe planificar lo que come: qué, cuánto y cuándo, para mantener lo más estable posible los niveles de glucosa en la sangre.
Una persona con diabetes debe adaptar la alimentación, el ejercicio y el tratamiento (insulina o medicación vía oral) ya que el organismo no puede controlar la glucemia en forma automática.

Cómo controlar la glucemia

Evitar totalmente el azúcar procesada, así como los alimentos y bebidas que la contengan, eligiendo las opciones sin azúcares, light o con endulzantes. El azúcar procesada puede suspenderse de la alimentación sin riesgos ya que todas las frutas y verduras nos aportan azucares naturales junto con vitaminas, minerales y fibra.

Fraccionar la alimentación, en un mínimo de 4 a 6 comidas diarias. Esta forma de comer menos cantidad más veces en el día, distribuye mejor los hidratos de carbono y evita los grandes picos de azúcar.

Elegir alimentos que aporten fibra: verduras, legumbres y frutas, que enlentecen la digestión y la absorción del almidón y los azucares.
Este principio es muy importante ya que los alimentos con carbohidratos o almidón deben acompañarse o combinarse con alimentos que retrasen su absorción.
Por ejemplo, cuando se incorpora pasta o arroz, se recomienda combinarlos en la misma ingesta con vegetales crudos y/o cocidos (fideos con brócoli, pastas con vegetales al wok, risotto con vegetales)

La alimentación del diabético debería ser lo más saludable posible, evitando las grasas saturadas, para evitar las complicaciones vasculares propias de la enfermedad.

Las grasas de origen vegetal son las más recomendadas: aceites en general, aceitunas, palta, nueces.

Los Pescados grasos de agua fría, como el atún, salmón, sardina, caballa y arenque son una excepción en el reino animal, ya que poseen una grasa especial, OMEGA 3, que tiene efectos comprobados sobre la circulación, la inflamación y la inmunidad.

Las Proteínas: son fundamentales, pero si se consumen en exceso “sobrecargan” el riñón. La incorporación de alimentos como carnes, quesos, huevo, que aportan proteínas forman parte de la alimentación del diabético, sin exceder el tamaño de cada porción.
Los argentinos, por nuestros hábitos culturales, consumimos mucha carne. Deberíamos, de a poco, reducir la porción, al tamaño de la palma de la mano.

Las Guías Alimentarias para la Población Argentina, aconsejan una alimentación completa, que incluya todos los grupos de alimentos, sólo controlando el tamaño de las porciones. En los diabéticos, las recomendaciones son las mismas, pero evitando el agregado de azúcar procesada, y controlando el tamaño de la porción de carbohidratos (cereales, legumbres, pastas, papa, batata, masas de tartas, pizzas y empanadas), combinándolas siempre con alimentos vegetales que aporten fibra, para retrasar su absorción.

Frutas y verduras:  es el grupo de alimentos que, en los colores que agrega a un plato de comida o a una mesa servida, nos ofrece: vitaminas, minerales, cientos de compuestos químicos que funcionan como verdaderos antioxidantes naturales y, además, una importante cantidad de fibra vegetal.

La fibra sólo la aportan los alimentos de origen vegetal, y es la encargada de regularizar la función intestinal. En la actualidad hemos aprendido que en las legumbres, las frutas, la mayoría de las hortalizas y en pocos
cereales (avena, cebada) existe un tipo de fibra especial que capta al colesterol y al almidón retrasando mucho el tiempo de digestión y absorción.

Las frutas contienen fructosa, un azúcar que además tiene vitaminas, minerales y fibra (presente en pulpa, cáscara y semillas). Por lo tanto lo conveniente es comer variedad de frutas (cítricos, banana, manzana), frescas
mejor que cocidas, enteras mejor que en jugo, sin pelar o con todo su hollejo.
La cantidad dependerá de cada persona y su plan alimentario, pero sin exceder de 5 unidades chicas, distribuidas a lo largo del día y de a una por vez. Son una buena opción para las colaciones.

Además de cuidar la alimentación, eje central del tratamiento, la actividad física regular, al menos 30 minutos diarios, complementa el tratamiento.

El plan de alimentación es individual: las indicaciones generales valen para todos aquellos que no tengan que resolver algún otro trastorno en el que la alimentación debe ser adaptada especialmente.

Es importante consultar al nutricionista

Lic. en Nutrición Cristina Maceira (M.N. 1390)