El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) infecta las células del sistema inmunitario y las destruye o trastorna su funcionamiento, lo que acarrea el deterioro progresivo de dicho sistema y acaba produciendo una deficiencia inmunitaria. Se habla de inmunodeficiencia cuando el sistema inmunitario ya no puede cumplir su función de combatir las infecciones y otras enfermedades. Las infecciones que acompañan a la inmunodeficiencia grave se denominan «oportunistas» porque los agentes patógenos causantes aprovechan la debilidad del sistema inmunitario.
El sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) representa las etapas más avanzadas de la infección por el VIH. Se define por la aparición de alguna de más de veinte infecciones oportunistas o cánceres vinculados con el VIH.
Se puede transmitir por las relaciones sexuales (vaginales, anales o bucales) sin protección con una persona infectada; por la transfusión de sangre contaminada; y por compartir agujas, jeringas, material quirúrgico u otros objetos punzocortantes. La madre puede transmitirle la infección al hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia.
Según cálculos de la OMS y el ONUSIDA, a finales de 2015 había en el mundo unos 36,7 millones de personas infectadas por el VIH. Ese mismo año, contrajeron la infección unos 2,1 millones de personas, y unos 1,1 millones murieron por causas relacionadas con el VIH.
Este periodo puede variar mucho de una persona a otra. Si no se da tratamiento, la mayoría de los infectados por el VIH presentan signos de enfermedad al cabo de 5 a 10 años, aunque el periodo puede ser más breve. El tiempo que transcurre entre la infección por el VIH y el diagnóstico de sida puede variar entre 10 y 15 años, a veces más. El tratamiento con antirretrovíricos puede hacer más lenta la evolución porque evita la multiplicación del virus y, en consecuencia, disminuye la cantidad de virus presente en la sangre del individuo infectado (la llamada «carga vírica»).
La tuberculosis se cobró la vida de 390 000 personas infectadas con el VIH en 2015. En África, es la causa principal de muerte de las personas infectadas por el VIH; a escala mundial, es una de las causas principales en este grupo. Hay varias estrategias básicas de atención sanitaria que son fundamentales para prevenir y tratar la TB en personas infectadas por el VIH:
Cada vez que tenga relaciones sexuales, utilice correctamente el preservativo masculino o femenino.
La circuncisión masculina reduce en un 60% el riesgo de transmisión sexual de las mujeres a los hombres. La circuncisión masculina por razones médicas es una intervención que brinda protección parcial para toda la vida contra las infecciones de transmisión sexual, en especial la causada por el VIH.
Siempre ha de considerarse como parte de un conjunto completo de medidas preventivas y nunca debe remplazar a otros métodos conocidos, como el uso del preservativo femenino o masculino.
Si se utiliza correctamente en cada coito, el preservativo es un método de eficacia comprobada para prevenir la infección por el VIH en hombres y mujeres. Sin embargo, al margen de la abstinencia, ningún método protector es totalmente eficaz.
El preservativo femenino es el único anticonceptivo de barrera controlado por la mujer que se encuentra actualmente en el mercado. Es una vaina de poliuretano transparente, resistente y suave que se introduce en la vagina antes del acto sexual. Reviste por completo la cavidad vaginal y brinda protección contra el embarazo y las infecciones de transmisión sexual, en particular la causada por el VIH, cuando se utiliza correctamente en cada coito.
Conocer su estado con respecto al VIH puede tener dos efectos importantes:
Son productos que se utilizan para tratar y prevenir la infección por el VIH. Actúan al detener o alterar la reproducción del virus en el organismo, lo que disminuye la carga vírica.
A mediados de 2016, había en el mundo 18,2 millones de personas en tratamiento con antirretrovíricos. Aunque esta cifra ilustra el formidable éxito de la ampliación del tratamiento del VIH en el último decenio, solo representa un 46% de las personas candidatas al tratamiento antirretrovírico. Más de la mitad de las personas que necesitan acceso al tratamiento todavía están en espera.
No, no hay cura para la infección por el VIH. Pero un buen tratamiento con antirretrovíricos seguido al pie de la letra aminora la evolución de la infección hasta casi detenerla. Cada vez más personas infectadas por el VIH, incluso en países pobres, pueden permanecer en buenas condiciones y ser productivas por periodos prolongados. Actualmente la OMS recomienda que todas las personas infectadas por el VIH y aquellas que corren riesgos considerables reciban tratamiento.
Además de los medicamentos, estos pacientes requieren a menudo orientación y apoyo psicosocial. Tener una nutrición adecuada y acceso a agua salubre e higiene básica también pueden ayudarlos a mantener una buena calidad de vida.
Fuente: http://www.who.int/features/qa/71/es/