Estar al sol y disfrutar del aire libre tiene muchos beneficios en nuestra salud: ayuda a obtener vitamina D (muy buena para huesos y dientes); estimula las defensas; mejora la calidad del sueño y el estado de ánimo.
Sin embargo, el sol también puede ocasionar daños en nuestro cuerpo: desde un simple enrojecimiento, hasta quemaduras, e inclusive cáncer de piel.
El 80% de los daños causados por el sol ocurre antes de los 18 años y sus efectos son acumulativos durante toda la vida.
Los causantes de los efectos nocivos del sol son los rayos ultravioletas (UV), que penetran las capas de la piel. Estos rayos nos afectan durante todo el año, es decir, también en invierno o en días nublados.
Entonces, para disfrutar del sol y disminuir sus efectos nocivos, debemos limitar la cantidad de rayos UV que entran nuestra piel, utilizando protector solar, además de otras precauciones (Podés consultar la guía “Sol y sombreros”.)
¿Cuál es mejor protector solar según cada tipo de piel?
Los protectores solares se clasifican según su factor de protección solar (FPS), que es la medida de capacidad que tiene el producto para evitar que los rayos UV dañen la piel. Así es como funciona:
Si la piel sin ninguna protección tarda 20 minutos para empezar a ponerse roja, al utilizar un protector solar con un FPS 15 el enrojecimiento debería llegar 15 veces más tarde, o lo que es lo mismo tardar 15 veces más, es decir, alrededor de cinco horas.
Por lo tanto, el tipo de FPS que debemos utilizar depende tanto de nuestro tipo de piel como del tiempo de exposición. A mayor exposición, mayor deberá ser el FPS que utilicemos para aumentar la durabilidad de su protección.
Es importante tener en cuenta:
Fuente: ANMAT